
Un deslave en el centro de Ecuador deja al menos siete fallecidos y cientos de afectados
El testimonio de Rosa Yunga es igual de desgarrador. Unos minutos antes del colapso salió con su hija y su nieta de la vivienda. Solo sacaron una bolsa con ropa. El resto quedó sepultado.
La mujer de 79 años cuenta que desde la mañana del domingo se escuchaba que bajaban piedras y hasta árboles. Que poco a poco la montaña fue cediendo y anunciando lo que iba a pasar.
Ella recuerda con pena que sus vecinos, dos adultos mayores, decidieron no abandonar su casa. Se quedaron ahí, dice, mientras trata de relajarse un poco ante lo sucedido.
Tres familias salieron de sus casas apenas 20 minutos antes del colapso del cerro Casual, que el domingo 26 sepultó un barrio entero en el cantón Alausí.
Ellos iban al refugio que se activó en la iglesia de esa localidad de Chimborazo cuando el cerro tapó su sector.
“Se escuchó como una explosión, luego el estruendo y nos quedamos en tinieblas”, relata Lupe Zúñiga, quien con sus padres, hermanas y sobrina lograron sobrevivir.
Acababan de salir de su casa en un carro llevando una refrigeradora y cocina. Pensaban volver la mañana del lunes para sacar los colchones, pero hoy su casa quedó bajo unos 20 metros de tierra, piedra y árboles que bajaron con fuerza desde lo alto.

Los perros y los gatos se quedaron, lamenta la joven.
Ellos este lunes planeaban viajar a Riobamba para empezar de cero. Dicen que no tienen familiares allá y que lo han perdido todo.
El deslizamiento en la zona de Alausí deja 500 personas afectadas. Hasta las 13:00 de hoy, el Gobierno situó la cifra de fallecidos en siete (en la mañana había indicado que eran 16) y 46 desaparecidos.
Ángel Saeteros, un vecino de Rosa, también se salvó del derrumbe. Con su hijo salieron de la zona de desastre minutos antes de que la tierra cediera y tapara su vivienda.

Tenía 15 años viviendo ahí y ahora no sabe qué hacer, ni hacia dónde ir. Permanece en la iglesia con lo poco que logró rescatar antes de que el cerro colapsara.
Relata que había hecho un préstamo al banco para hacer arreglos en su casa y ya todo está perdido.
“Me quedo con una gran deuda y no sé qué hacer”, dice el hombre que labora en un colegio de Alausí. Su permanencia en la localidad depende de si continúan laborando en el plantel